Un café, un silencio, otro día de desaliento. O no, no es desaliento, es tedio: el tedio de la inutilidad. Asomado a la ventana comprueba como los días se hacen más cortos, las sombras crecen más rápido y con ellas se alejan todas las cosas que ha aprendido a dejar de desear.
La lluvia, las calles mojadas, las heridas del pasado, las cicatrices del presente, la desidia del futuro. A la mierda, a la puta mierda.
Las huellas en la memoria son muy difíciles de borrar. Pero el insiste con el alcohol, a fin de cuentas es muy buen limpiador. Ha tenido que pasar mucho tiempo para darse cuenta de que el tiempo no soluciona nada. Se ha rendido, está vencido.
La moral, la política, la justicia, el trabajo, la familia, la amistad, el sexo o el puto amor. Da igual: discrepa
Ya no tiene miedo al futuro y al fracaso, es terror a la mañana siguiente y a la normalidad. No puede soportar otro día de esos en lo que se mira al espejo y no sabe de qué lado está.
Como cambiar, quizás un libro de autoayuda . Para el mejor libro de autoayuda es el libro hueco que oculta un revolver dentro.