Su irrelevancia le representa. Es capaz de odiar mucho a alguien sobre todo si se parece mucho a él. Un día descubrió que el monstruo que estaba debajo de su cama, era su niño interior que hoy es el adulto que habita en su cabeza.
Tal vez las heridas, las cicatrices, no son más que señales. Símbolos secretos de otro tiempo. Es muy fácil perderse; es díficil volver. Coge papel y lápiz, escribe lo que recuerda, lo que recuerda mal, lo que ha olvidado a medias. Recuerda su alegría; y eso en sí ya es muy triste.
Le duele cómo pasa el tiempo. Le aterra. Le abisma. Le entristece. Le sobrepasa. Le incomoda. Le hace viejo. Le da sentido. Se lo quita.
Sus palabras estampadas sobre el papel blanco, lo describen muy a su pesar. La gente nota ese cansancio. Sus ojos reflejan el hastío, su pluma la desidia, su mirada no conoce más que asco. Ciertamente, ya no es ese que ve en las fotos viejas.
Herr Ferreiro