En el nombre de Dios

08.01.2015 13:43

El mundo entero se ha estremecido ante la noticia del terrible atentado que ha sufrido semanario satírico francés Charlie Hebdo en París, a manos de unos descerebrados integristas islamistas que pretendían vengar las ofensas a su profeta Mahoma que se habían vertido, según ellos, en las tiras cómicas de esa publicación en el año 2006. 

En el nombre de su dios nos quieren devolver a la Edad Media, a los tiempos en los que una serie de señores feudales, de la mano de una omnipotente religión y armados hasta los dientes, imponían la ley y la moral a los siervos, a los que no les quedaba otra que trabajar seis días a la semana y al séptimo acudir a la Iglesias a dar gracias a dios, no se sabe muy bien por qué, sin derechos individuales, sin libertades públicas, sin democracia, sin voz y sin voto.
 
A lo largo de la historia de la humanidad, en el hombre de uno u otro dios, se han cometido las mayores atrocidades, guerras, invasiones, exterminios, martirios, torturas, violaciones… Todo lo malo que hay en el ser humano ha sido exacerbado por la religión, por todas las religiones, para utilizarlo a su servicio, durante siglos. Nada que enardezca los espíritus y lleve a los hombres más fácilmente a la idiocia que invocar el nombre de dios, de cualquier dios.
 
Aquellos que nos declaramos ateos, que no creemos en seres superiores, espíritus alados, ni paraísos pos terrenales. Aquellos que no esperamos que el bien o el mal que hagamos en este mundo se nos vea recompensado o castigado en otro posterior y eterno. Aquellos que pensamos que las cosas que nos suceden no vienen dictadas por un plan divino sino que están sujetas de una parte al azar y de otra a nuestra propia voluntad. Esos, aún tenemos más difícil comprender que se hagan cosas, buenas o malas, en el nombre de cualquier dios.
 
Hoy, solo nos queda, a los hombres y mujeres de bien, a los que creen en uno u otro dios, a los que no creemos en ningún dios, a todos, solidarizarnos con los franceses por el brutal atentado sufrido en París, no solo por el semanario Charlie Hedbo, no solo por la libertad de expresión del periodismo francés  y la forma en la que hemos decidido vivir y convivir, quizás por toda la civilización occidental.
 
¡Mis condolencias a las víctimas, sus familiares, la profesión periodística y todo el pueblo francés!