Esperando al tranvía
27.02.2015 14:27
4 horas de sueño. Empieza el día. Legowelt, Motorhead.
Oh, sí. Bendito Youtube. Los pies fríos, las uñas comidas, sudado el gallumbo.
Las sábanas sucias. Ventana abierta. Luz amarga y ruido de mundo.
Toxicidad cerebral. Absurda certeza vital. Nada sirve de nada. Todo reniega del todo. Profundismo de mierda del tertuliano de turno.
Me levanto, me dirijo a mi oasis de paz. A mis monólogos internos sobre el qué y el porqué y toda esa movida. Agua fría, muy fría.
Aprieto los dientes, gel, agua más fría, champú. Diez minutos de masturbación por pura sistematización biológica.
HASTÍO NEURONAL, DEPRESIÓN TESTICULAR. Así, en mayúsculas. No llego al orgasmo, no llego a cerrar los ojos. Joder. Mierda. Fin de la ducha.
Una crema, rejuvenece tu piel y drógate mucho. Vuelvo a a mi habitación. Laurent Garnier y bailo. Laurent Garnier y dónde cojones he dejado mi camiseta favorita. Coño. Se me olvidó tender la ropa.
Así es mi vida. Bailar y maldecir. Comer helado de chocolate. Esnifar cocaína. Leer a poetas muertos. Pero también escribo. También digo. ''Correrse es lo más bonito que puedes hacer con tu polla, enamorarte es lo más bonito que puedes hacer con tu cerebro y amar es lo más bonito que puedes hacer con tu corazón''.
Todo bonito. Todo reniega del todo. Me visto. IPod. Auriculares. Deportivas retro Adidas. Pantalón pitillo. Libro de Paul Auster
Me miro al espejo. Me veo bien. Ojeroso y pálido. Como a mi me gusta. Salgo de casa con una sonrisa. Mientras espero al tranvía y odio a la gente, escribo esta puta mierda que vomita mi mente.