LA FOTO QUE... ¿CAMBIÓ NUESTRAS CONCIENCIAS?
09.09.2015 17:07
La alegría va por barrios y la dignidad y los derechos bien parecen orientarse por latitudes. Tu cuna se convierte de este modo en una inigualable oportunidad o la más terrible de las condenas. Nacer en el sitio equivocado transforma tu vida en una odisea que puede acabar en un abrir y cerrar de ojos.. De poner tierra de por medio depende vivir, y cuando la vida depende de eso apenas hay tiempo para pensar en consecuencias.
No buscan un sueño, simplemente escapar de una pesadilla. De un problema que nunca nos preocupó porque jamás esquivamos balas ni enterramos improvisadamente a seres queridos. Hemos hecho tantas veces oídos sordos que difícilmente podemos recordar el instante exacto en el que el rumor de las olas comenzó a entremezclarse con los gritos de horror de un naufragio. Sucedió y ya. Eran cifras en los telediarios; unas líneas en la prensa. Bastaba con pasar la página tras leer el titular o cambiar de canal para no enfrentarse al demoledor aquí y ahora.
De repente una instantánea lo cambia todo. Una horrible foto hace que pasemos del "mételos en tu casa" al "son iguales que nosotros". Como si la brutal imagen de algo que sucede todos los días hubiese conseguido por fin concienciarnos en lo que dura un pestañeo. Nos la plantaron tan en nuestros morros que fue imposible girar la cabeza y mirar hacia otro lado de la manera en que lo hacemos ante algo ajeno o molesto. Tuvimos que contemplarla mientras el corazón palpitaba frenético y la impotencia parecía recorrernos de la cabeza a los pies. Así somos. Necesitamos ver a la muerte abalanzándose sobre un niño para darnos cuenta de su trágica dimensión. Del halo de terror que desprende y de lo tétrica y cruel que puede resultar si se propone caminar de la mano del hombre.
Pocos elementos existen más humanos que el miedo. Por eso sólo el miedo es capaz de hacernos parecer humanos de cuando en cuando. Acude a nuestro encuentro sacudiéndonos un par de bofetadas de necesaria realidad. Luego se marcha, sin despedirse, dejándonos en la tesitura de hacer que tales manotazos queden o no en nuestra conciencia. Pasan los días y algo parece estar cambiando en la conciencia de una Europa noqueada por ese shock cargado de verdad. Únicamente el tiempo dictará si a pesar de haber perdido hace mucho el norte, es el momento de comenzar a preocuparnos por un sur que huyendo de la guerra se hunde, se ahoga y muere entre braceos por llegar a nuestra orilla.