La verdadera historia de Adán y Eva

20.10.2014 19:41

Todo empezó en una soleada mañana de Abril, naturalmente, era lunes y el mundo ya llevaba unas horas y poco más en existiendo. Adán hacía unos minutos que se acababa de levantar de su lecho y estaba meando junto a un árbol, mientras, Eva, todavía rezagada en el calor de la cama, le contemplaba en su actividad.

Se fijó en la pequeña cicatriz que le quedaba allí donde dicen que la espalda pierde su nombre, pero no le dio importancia. Sus ojos pasaron a recorrer la belleza de cuanto les rodeaba. De pronto su mirada se posó en un conejo; después en un león; le siguió una cebra; ahora en un elefante; a continuación se fijó en el lobo y así una larga lista de animales y descubrió una característica común que empezó a turbar sus pensamientos.

Coincidencia de las coincidencias, pero fue una simple casualidad que todos fueran machos. Por fin se levantó de su lecho de hojas porque ese picorcillo de la vejiga le decía que también necesitaba aliviarse. La situación se agravaba con esto, así que se las compuso como pudo y decidió ir a hablar con el Señor.

- ¡Señor!. ¡Señor!. ¡Oh, Dios de las alturas, escuchadme!

Pero como no hallaba respuesta, volvió a repetir:

- ¡Señor!. ¡Señor!. ¡Oh, todopoderoso Dios de las alturas, escucha a tu sierva!

Ninguna voz surgía del cielo, hasta que de pronto, se oyó:

- ¡Oh, Eva, el Señor Dios te guarde!. ¿Qué deseas? -Respondió un ángel.

- ¡Quisiera hablar con el Señor de un asunto privado!.

- Lo siento, oh, mujer. El Señor ha salido a almorzar, pero no se demorará en su regreso, pues hoy tiene mucho trabajo y ha previsto grandes planes para vosotros. Vuelve a llamarlo dentro de un momento. ¡Dios te guarde, mujer!.

Y así, sentada sobre una piedra aguardó unos instantes hasta que pudo oír una voz procedente del cielo que la llamaba.

- ¡Eva!. Me han dicho que necesitabas hablar conmigo. ¿Qué turba la paz de tus pensamientos, oh, mujer?.

- ¡Oh, gran Dios todopoderoso, gracias por dedicar unos minutos de tu tiempo para atender a tu humilde sierva!. Fue esta mañana cuando me fijé en cuan hermosa es la tierra que nos has dado y vi que muchos animales poseen rabo, incluso Adán. He visto la utilidad de esta parte del cuerpo que no existe en mí y quisiera conocer los motivos que te han llevado a hacerme tan diferente, puesto que creo has obrado con discriminación sobre la criatura que soy.

- ¡Oh, Eva, ¿cómo te atreves a pensar eso?!. ¡Tú, que has sido la culminación de mi obra!. Mira la redondez de tus pechos; repara en la suavidad y tersura de tu piel, la delicadeza de tu rostro; recorre con tus manos la perfecta definición de las líneas que forman tu cintura; fíjate en la leve disposición del vello sobre tu cuerpo. ¿No eres tú la más hermosa de las criaturas?,  debes aceptar que eres un ser distinguido de los demás y que el Señor se ha fijado más en ti.

- ¡Oh, Dios, perdonad si os he ofendido con mi inquietud, pero no merezco yo tal consideración y no quisiera que los demás hallasen una diferencia que pudiese conducir en burlas hacia mí.

- No es posible satisfacer tus deseos pues moriría cuanto he depositado en ti. Sabed que engordarías sin remedio hasta reventar por ese inútil apéndice en el que tus ojos tanto se han detenido y que carece de importancia.

Pero Eva no se quedó satisfecha con la respuesta del Señor. Y fue en eso que andaba por el paraíso, cuando se le apareció el diablo en forma de serpiente.

- ¡Hola, Eva!. No he podido evitar oír tu converssssación con el Ssssseñor y creo que pondría la mano en el... ssss fuego y no me equivocaría en decir que tienessss razón; hacerte tan diferente de los demásss ssssseresssss que habitan en la tierra revela... ssss un claro trato dissscriminatorio.

- Dice el Señor que soy la culminación de su obra y la más bella de todas las criaturas.

- Lo ssssiento mujer, pero esssso missssmo dijo de mí el Sssseñor, quizás porque... ssss aceptar defecto en alguna de ssssussss criaturassss pondría en tela de juicio sssu capacidad creadora y su ssssoberanía en el cielo. Ssssi te digo la verdad, no ssssé ssssi te habrásss fijado en esssa cicatriz que tiene Adán en la parte... ssss baja de la esssspalda, puesss bien, te diré un sssecreto: Adán tenía dosss rabosss; uno delante y otro detrásss y Diosss decidió cortárssselo para crearte a ti y que fuesssesss “carne de sssu carne”.¡Fíjate!. Pero bueno, no te preocupesss, que yo te comprendo y puedoss ssatisfacer tusss dessseosss.

- ¡Oh, Dios mío!. ¿De veras?.

- ¡¡¡Shhhht!!!. No tentemos a la ssssuerte; no le llamessss que podríasss poner en peligro nuestrosss... ¡ejem!, tusss interesssesss, y ya sssabesss.

- Pero no creo que sea posible, porque él ha dicho que engordaría sin remedio hasta reventar –añadió Eva.

- Tranquila, que essso sssólo lo ha dicho para assssussstarte y asssí disssipar tusss ideasss; todo menosss aceptar sssusss erroresss y enmendarlosss. Que no sssalga de nosotrosss, pero yo le conozco bien, y la verdad, esss algo cabezota; debe ssser cosssa de la edad. Pero bueno, no me hagasss cassso, vamosss al grano que pronto ssse levantará de sssu sssiesssta.

La serpiente se subió a un árbol (era un manzano, pero eso poco importa) y procedió a mudarse de piel. Unos minutos después, allí estaba aquel forro a medida, del que posteriormente iba a partir la idea del condón, pero eso sería mucho más tarde.

- Vesss esssta piel mía, puesss bien, sssólo tienesss que decirle quevaisss a divertirosss un rato con un juego que te hasss inventado. Le pidesss que ssse coloque esssta piel en el “rabo”, de modo que... ssss lo recubra totalmente; luego hacesss como que quieresss ssseguir el juego y le indicasss que lo esssconda en el orificio essse que te ha quedado allí donde deberíasss tener el “rabo”. Cuando lo tengasss dentro, cruza las piernasss y tira confuerza. De essste modo se lo arrancarásss fácilmente y ssserá tuyo.

Así que ahí tenemos a Eva corriendo ilusionada con aquel pellejo en mano en busca de Adán.

-¡Adán!, ¡Adán!. Mira qué me he encontrado. Sabes; se me acaba de ocurrir un juego fantástico; se llama el gusano y la manzana. ¡Verás que divertido!.

Adán en un principio parece seguirle el juego pero no las tiene todas consigo. Ahí están los dos detrás de una vid en un tira y afloja; “rabo” dentro, “rabo” fuera, y en un descuido... Bueno; se rompe esa piel prestada y este trágico suceso le pasa desapercibido a Eva, tan afanada como está en intentar retener el escurridizo “rabo”.

Pero la cosa no queda ahí, es en ese momento que llamaremos “la primera vez”, cuando más se teme ser descubierto; ya se sabe la inexperiencia... Y para colmo, por ahí asoma Dios, que viene dando un paseo y está deseoso de compartir sus planes.

Así que descubiertos en plena acción cuando el Señor aparece ante ellos, como niños traviesos, a estos dos no se les ocurre otra cosa que cubrirse sus partes con sendas hojas de parra, quizá pensando que así esconderían las huellas de su delito.

- ¿Qué habéis hecho, chicos?. ¿Qué estáis tratando de ocultarme?. Mirad que yo lo sé todo- dice el Señor en un tono autoritario que persigue una confesión.

El diablo que andaba por allí cerca intentando pasar desapercibido, no puede evitar una pequeña sonrisa; y para colmo, piensa: “sssi lo sssabes todo,¿porqué lesss preguntasss qué hacen?”.

Adán no se lo piensa más y se quita la hoja de parra ante los ojos como platos que le han quedado al Señor, y rápidamente dice:

- ¡Ha sido ella la que quería jugar a esto!.

Imaginaos la escena por un momento; Adán desnudo ante el Señor, hoja de parra en mano y con un trozo de piel de serpiente recubriendo parte del “rabo”.

- ¡Descúbrete, Eva! -dice el Señor un tanto irritado.

Y ahí tenemos otra vez a Eva, que se percata de que un trozo de “funda” asoma de ese orificio que todos ya reconocemos; pensando que quizá las manos son más rápidas que el ojo, en un movimiento indudablemente veloz, empuja eso hacia dentro.

- ¿Qué ha pasado, Eva?. ¿Puedes explicarte? –añade Dios buscando un buen motivo para perdonar este hecho.

- ¡La serpiente!. ¡Ha sido la serpiente!

- ¡Coño!. Me ha delatado la muy... –dice la serpiente escurriéndose hacia otro lugar más apartado.

- ¡Alto ahí, Satanás!. ¡Ven aquí! –dice Dios en el tono que su autoridad e ira le permiten.

- ¿Qué ha passssado, Sssseñor? –dice haciéndose el distraído este bicho del que ahora sabemos otro nombre.

Y ahí están los cuatro en un pequeño claro entre la vegetación, pero ahora son Dios y Satanás los que intervienen en una conversación de la que Adán y Eva parecen expectantes pero ajenos y no saben si cubrirse con las hojas o escurrirse con disimulo.

Finalmente, Dios dijo a la serpiente:

- ¡Maldita sea tu estampa!. Por creerte tan lista, de ahora en adelante proporcionarás remedio a todos los males que pesen sobre el ser humano.

A la mujer le dijo:

- Tu cuerpo tenderá a almacenar líquidos y a sangrar todos los meses. Por mantener relaciones sexuales con un hombre, engordarás progresivamente durante nueve meses y sin remedio hasta reventar trayendo un descendiente al mundo; esto conlleva mucho dolor. Verás tu cuerpo deteriorarse cada día que pasa. Serás un simple objeto de deseo para el hombre, y quedarás sometida a su voluntad.

Al hombre le dijo:

- A ti no habrá mujer que te entienda; por ellas perderás la cabeza, pero te será difícil conquistarlas y nada podrás hacer si ella no lo consiente. Trabajarás para comer y proporcionarle todos sus caprichos.

Y es por eso que el símbolo de las farmacias es una copa con una serpiente enroscada y el mundo va tan mal. Igualmente la mujer conserva ese trozo de piel llamado himen y que determina si ha mantenido relaciones sexuales.

 Y mientras, el hombre conquista el mundo, viaja a la luna, levanta pesas, practica deporte... todo para intentar impresionar a las mujeres.