''Aquella noche parecía distinta. La niebla, la luna, el silencio sobrecojedor. Había llegado a casa antes de tiempo. Faltaba más de una hora para que su marido regresara del trabajo. Ella nunca quiso mudarse allí, le parecía una casa demasiado grande y llena de inquietantes rumores. Rebuscó entre las cajas de la mudanza, cogió el sacacorchos, se sirvió un vino y se sentó en el viejo sillón frente a la chimenea. De repente notó un frio paralizante por toda la espalda. Un hedor enfermizo inundó el salón. Una extraña fuerza hizo que se levantara y se dirigiera hacia el espejo que había en la entrada. Vio su propio reflejo con la boca y las manos ensangrentadas. En una esquina con la mirada vacía y la camisa de fuerza pregunta a las enfermeras cuando llegará su marido del trabajo sin recordar que él ya nunca llegará de ningún sitio.''
Herr Ferreiro