''Cayó en un patético estado de desconexión. A menudo con los humanos ya fueran buenos o malos, sus sentidos se cansaron, simplemente desconectaron. No le impresiona el brillo de las personas, le seducen el cansancio de sus pasos y las historias que las llevó a enamorarse de la oscuridad. Le gustan los que buscan el encanto de aquellas cosas muertas, los que respiran nostalgia y nunca niegan el desastre, los que exhiben las heridas y ocultan la dulzura; como si estar roto fuera un orgullo y amar una debilidad.
Le apasionan los tristes, sus grises y sus abismos; nunca fingen y su sonrisa es la más hermosa grieta que la sinceridad puede encontrar. Le cautivan aquellos que nunca encajan porque aceptan su rareza como una virtud y no como un defecto; amaba esa naturaleza en los demás. Cree en las personas por lo que leen, por la música que escuchan y las heridas que callan; cree en esa belleza.
Fue libre cuando murió porque escribir, leer, amar, y soñar también encadenan. De alguna forma siempre estuvo atado. Pensó en la tristeza de no saber en que momento se perdió tanto y se volvió un laberinto, le dolía ignorar a que hora la tristeza se enamoró de él. Al final se dio cuenta que una pistola en la sién al igual que el destino, nada tiene que ver con el azar,''
Herr Ferreiro